jueves, 6 de enero de 2011

Tierra maldita (Leyenda)

En un lugar olvidado, un viento con olor a muerte circundaba todo aquel terreno. Estandartes de reinos conquistados se dejaban deshilachar por el paso del tiempo.

Muertos con sus caballos derrotados ya no servían ni como abono para esa tierra.
Nadie sabe lo que ha sucedido en ese lugar, ni siquiera aquellos dioses que en un tiempo fueron venerados por aquellos que cayeron en este maldito territorio.

A lo lejos una solitaria carroza guiada por dos caballos intentaba seguir un sendero, para evadir ese terreno lleno de historias y leyendas perversas que desafiaban toda intuición humana, y cuando parecía que la carroza iba a perderse por el horizonte de esa llanura, esta se detuvo.
Del carruaje salió un hombre vestido con ropas de cuero, llevaba un extraño y ridículo sombrero, grande y de pico ; tanto sus ropas como su sombrero estaban deterioradas.
Tenía una barba blanca poco arreglada y enredada, parecía bastante delgado y  pálido  a pesar de que el sol sometía su calor con fuerza ; el cielo despejado, era lo contrario de aquel nublado terreno... Nublado de reinos perdidos, y vidas olvidadas.

El viejo se acercó a un estandarte destrozado, que simbolizaba un dragón rojo en su contorno. Lo tocó con sus finos dedos y apretó los dientes, miró hacia abajo y se arrodilló.
Si algo recordó o para que vino a esas yermas tierras nadie lo sabe. Ni siquiera es importante. ¡Qué más da que se averigue lo que piense, no sería importante para nadie  aunque solo lo sea para él mismo!

El cielo se oscureció y comenzó a desprender gotas de agua con una brutal fuerza, acompañado de truenos que no se sabía ni de donde venían. El triste y antiguo campo de batalla se había convertido instantáneamente en un tremendo barrizal. El suelo parecía moverse y los estandartes volvieron a ondearse con el viento. Esta vez con rabia y desesperación.

La tierra parecía cobrar vida y los estandartes ondeados por el siniestro y vivaz viento, se izaban por manos temblorosas que surgían de el interior de esa tierra. En seguida comenzaban a surgir de la tierra centenares de criaturas que emergieron a la superficie, y comenzaron a rodear al viejo que se mostraba de una forma pasiva ante tal impresionante evento.

Mientras tanto, lejos de esa espantosa tierra, un río resonaba constantemente como un rugido de agonía de un oso antes de vender cara su vida. No se a que jugaba el destino, y si era una mera burla no tenía gracia; se veía una pequeña barca cubierta de una piel gruesa de oso que iba a la deriva en ese estruendoso río, hasta que encayó en la orilla de un bosque al que pocos hombres se dignarian a internarse.

Una loba se acercó a husmear, y al momento se asustó un poco por el sonido agudo de el llanto de dos recién nacidos, pero pronto se arrimó más. Primero les olfateó y luego comenzó a lamerles dándoles el privilegio de ser hijos de una loba, que nunca les dejaría inmersos en una corriente sin tregua.

Con su fuerte mandíbula sacó de la barca con la capa de oso a los dos bebés, y los tiró con cuidado al suelo, lleno de ramas y barro para mostrarles que la tierra aún sigue existiendo para ellos; la sangre de lobo comenzó a correr en el cuerpo de aquellas criaturas, amamantadas por una loba*.

Los recién nacidos fueron resguardados bajo los árboles de aquel intenso y tenebroso bosque de hoja perenne. Mientras algunos lobos que habían seguido a la loba, miraban con ojos hostiles a las pequeñas criaturas con ansias de atravesarlas con sus colmillos. La loba se percató de eso y mantuvo una mirada acompañada de rabia.Ningún lobo podría dirigirse hacia la loba ni a los recién nacidos, puesto que era la "loba alfa" de la manada.  Así que ella arrastró  a las criaturas, con su manta, a  su madriguera junto a sus crias donde los amamantó y les otorgó una nueva oportunidad de vida. Una oportunidad que ni el destino les podría arrevatar ; una oportunidad brindada por un  ser que vivía en ese maldito mundo.

(Continuará...)

No hay comentarios:

Publicar un comentario